Entrevistamos a Juan Luis Gozalo, coordinador de tecnología de Alastria Blockchain Ecosystem
En 2019, el gasto en soluciones de blockchain en todo el mundo ascendió a los 2,7 billones de dólares. La cifra no es para nada irrisoria si tenemos en cuenta que se trata de una tecnología relativamente nueva y que, todavía hoy, sigue apareciendo como una gran desconocida para la mayoría de las compañías (especialmente, para las medianas, pequeñas y microempresas). Aunque si hay un dato significativo este es el de las proyecciones de crecimiento para los próximos años. Según datos de IDC, en 2023, el gasto mundial en soluciones blockchain podría ascender hasta los 15,9 billones de dólares.
Comprendido y aceptado su potencial, parece que no queda más remedio que armarse de valor y adentrarse en las entrañas y el conocimiento de esta tecnología. Y, con ese propósito, decidimos conversar con Juan Luis Gozalo, coordinador de tecnología de Alastria Blockchain Ecosystem, la asociación sin ánimo de lucro que fomenta la economía digital a través del desarrollo de tecnologías de registro descentralizadas. El experto nos dedica unos minutos con motivo de la segunda sesión de nuestro ciclo de Wake-up Sessions sobre Blockchain, así que aprovechamos para empezar por el principio…
— Para alguien que todavía hoy no se haya atrevido a aproximarse a esta tecnología o lo haya intentado sin mucho éxito, ¿qué es blockchain?
— Para ponerlo en formato muy coloquial, es lo mismo que un libro que hemos comprado y que está en un montón de bibliotecas por toda España. Eso es una cadena de bloques. Si lo miras internamente, el libro es en sí mismo una cadena de páginas e incluso una cadena de fascículos, pegados uno detrás de otro. Si pierdes uno, te has quedado a medias, pero puedes irte a la biblioteca más cercana, donde tienen ese mismo libro, y puedes seguir leyéndolo. Incluso puedes darte cuenta de que [esas páginas que faltan] son un fallo y pedirle a la editorial que te mande un libro para sustituir al tuyo. Pues lo mismo es blockchain: una cadena de bloques que está distribuida en numerosos nodos, en la que cada bloque no tiene sentido si no tienes el anterior y puede ser recuperado en cualquier momento.
— ¿Y en qué se distinguiría de un sistema de registro común como los que hemos tenido hasta ahora?
— En un sistema normal de registro lo que ocurre es que lo tienes en tu propia casa, lo tienes en tu base de datos. Pero, en el caso de blockchain, está distribuido en un montón de sitios y, además, hay tanta gente que no sabes quién está controlando la otra copia, mientras que en el caso tradicional, si dos compañías nos poníamos de acuerdo (la compañía A y la B), conocíamos a la otra parte.
Todo un mundo de posibilidades
Blockchain viene a utilizar un compendio de tecnologías que ya existían (la criptografía y las bases de datos distribuidas) y las lleva a otro nivel. Como explica el DevOps Blockchain Director de Alastria, el desarrollo de blockchain parte del hecho de que las personas no confiamos las unas en las otras y tenemos tendencia a no ponernos de acuerdo. De ese modo, a más gente registrando una misma información, más dificultad para cambiarla o manipularla. Así se establecen los beneficios básicos de esta tecnología: la confianza y la seguridad que genera la inmutabilidad de los datos guardados. “Para poder cambiar esa cadena tendrías que cambiar la información en todos los sitios y eso es muy costoso computacionalmente. Además, tendrías que convencer a todo el mundo de que te dejara cambiarlo y a lo mejor puedes convencer a una o a dos personas, pero convencer a 15, 20 o a 100 ya empieza a ser complicado”.
Con estas características y funcionalidades, las aplicaciones posibles de blockchain se multiplican. Si bien esta tecnología se ha asociado casi desde sus inicios a bitcoin, hay que tener muy en cuenta que ambos conceptos no funcionan como sinónimos; por el contrario, las criptomonedas son aplicaciones posibles de la cadena de bloques, pero ni mucho menos son las únicas. De hecho, Juan Luis Gozalo establece otros tres casos de uso de esta tecnología: de un lado, la resolución de disputas, donde blockchain viene a restaurar la confianza; de otro, la trazabilidad de cualquier tipo de objeto o producto, desde los productos cárnicos comprados por una cadena de supermercados hasta los registros de una notaría. Y, por último, la tokenización de activos: “Estamos muy acostumbrados a que una Sociedad Anónima tiene acciones y las puede vender en bolsa, pero piensa por ejemplo en otro tipo de activos, como el Santiago Bernabéu. Yo no puedo comprarlo, pero, si el Real Madrid decidiera tokenizar el estadio, yo podría ser accionista de ese estadio y, si el estadio se revaloriza, yo gano”.
En relación con este último punto, Gozalo menciona también, como una variante, los tokens reputacionales. “Para promover el reciclaje dentro de un ayuntamiento, uno de nuestros socios ha creado tokens, moneditas. Cada vez que alguien recicla, que echa una botella en el contendedor apropiado, pasa una app por el contenedor y este le da unas moneditas digitales que van a una hucha y que puede cambiar en el ayuntamiento por descuentos para acceder, por ejemplo, a la piscina pública”.
Blockchain llevada a la práctica
Según MarketsandMarkets, el mercado global de blockchain alcanzó en 2018 los 1,2 billones de dólares. Por sectores, el 60,5% de ese mercado lo concentra el sector financiero, el 17,6% el de las manufacturas y los recursos, el 14,6% el de servicios y la distribución, el 4,2% público y el 3,1% infraestructuras. Es decir, tal y como confirma el coordinador de tecnología de Alastria, cualquier sector puede beneficiarse de esta tecnología.
Eso sí, el nivel de adopción en cada una de estas áreas de actividad es muy diferente. Para Deloitte, destacan en su aplicación práctica los sectores de manufactura y productos al consumidor, ciencias (biotecnología, salud y farmacia) y tecnología, medios y telecomunicaciones.
No obstante, que blockchain ofrezca un amplio abanico de posibilidades no quiere decir que haya que usarla para todo. Y aquí es donde aparecen los matices: “Si lo que quieres hacer es una digitalización de una hoja de cálculo para poner un formulario electrónico, pues a lo mejor no necesitas blockchain, ¿para qué vas a poner blockchain si solo la vais a usar tú y otros dos compañeros? Del mismo modo, si tienes una base de datos ya creada en tu empresa a la que tres subsidiarias tuyas acceden para poner datos, pues a lo mejor tampoco necesitas blockchain. ¿Cuándo necesitas blockchain? Sobre todo, cuando hay un tercero en la cadena, cuando puedes reducir la burocracia, cuando pueda haber disputas debajo, cuando necesitas aumentar la trazabilidad. Siempre, lo primero, es preguntar para qué”.
Los principales motivos para buscar la aplicación de blockchain en Europa en 2018 tienen que ver con la percepción de los beneficios de esta tecnología (72%), pero también su uso como elemento diferenciador para ganar competitividad (70%), o simplemente por probar nuevas tecnologías (56%). Aunque también hay que tener en cuenta las barreras que todavía existen para la implementación de esta tecnología: principalmente, la necesidad de equipos especializados, de expertos, y de infraestructura, que, por pequeña que sea, exige inversión.
— Entonces, ¿a dónde vamos a llegar con blockchain?
— No lo sé. Que es algo que nos va a ayudar a transformar digitalmente la economía del país y posiblemente la sociedad, seguro; pero hasta dónde… no lo sabemos.
— Pero ¿nos podría decir, al menos, cómo te imaginas el futuro o qué te gustaría ver en él?
— Desde un punto de vista muy idealista, a mí me gustaría que con esto consiguiéramos reducir muchas de las ineficiencias que tenemos a nivel nacional y mundial, pero sobre todo a nacional. Muchos de los procesos que hemos creado durante estos 40-50 años están pensados solo desde la burocracia, pero hay que eliminar parte de esa burocracia, volver a pensar en la persona, ponerla en el centro y que sea la que dirija el proceso, y esto es algo con lo que yo creo que blockchain nos va a ayudar. Aunque transformar digitalmente el país no es solo poner una u otra tecnología, sino que también implica hacer un cambio cultural alrededor.
Isabel Benítez, directora de Comunicación de Adigital