El crowdfunding se ha consolidado en los últimos años como alternativa de financiación viable para numerosas empresas y proyectos, pero ¿cómo sacarle el máximo partido? En este artículo, Juan G. Martín Escolar, Business Development Manager Spain & Portugal de Lemonway, revisa el modelo y ofrece algunos consejos para un uso eficaz de esta herramienta
La coyuntura económica, el impulso tecnológico y su significación social han atribuido al crowdfunding un perfil propio. Este se ha estabilizado como una red de financiación alternativa basada en la cooperación colectiva, que conecta directamente a aquellos que quieren dar, prestar o invertir dinero con quienes buscan financiación para un proyecto específico.
El crowdfunding, o financiación participativa, nació como respuesta a los retos de un sector de financiación restringido y en crisis, debido a la paralización del crédito y el fuerte recorte de las fuentes de financiación. Hacían falta nuevas vías de financiación y aumentaba el deseo de reducir la dependencia bancaria.
A día de hoy, este tipo de financiación ha influido profundamente en nuestro sistema económico, haciendo posibles nuevas fórmulas colectivas, participativas y colaborativas. En nuestro país, en particular, la recaudación acumulada por medio de acciones de plataformas de financiación participativa va en aumento desde 2013, superando en 2019 los 200 millones de euros; un 26% más que en 2018.
Definiendo el crowdfunding: los tipos
Para comprender bien las oportunidades que ofrece este modelo de financiación en primer lugar es necesario tener una idea clara de qué es. En el crowdfunding intervienen fundamentalmente 4 actores: el inversor o donante, el promotor o emprendedor, la plataforma de financiación participativa (PFP) y el proveedor de servicios de pago (PSP).
El primero, como su propio nombre indica, es quien realiza la inversión o la donación en la plataforma. El promotor o emprendedor es la persona o entidad que busca financiación y promociona su producto o servicio a través de la plataforma. Esta se encarga de canalizar los proyectos e inversiones y asegura el correcto desarrollo de las operaciones. Por último, el proveedor de servicios de pago se encarga de gestionar los flujos financieros, ocupándose del desglose, la retención y la redistribución de los fondos entre los inversores y promotores.
Atendiendo a esos elementos, se pueden distinguir diferentes modalidades de crowdfunding:
- De inversión (equity crowdfunding). El inversor realiza una aportación económica a cambio de obtener participaciones de la empresa (proyecto), un porcentaje de la facturación o de los beneficios.
- De préstamo (crowdlending). En este caso, el promotor del proyecto ofrece un tipo de interés como contraprestación al aporte del inversor.
- De recompensa (reward crowdfunding). La compensación se recibe en forma de producto, servicio o experiencia. Funciona como una compra anticipada: si se consigue la financiación necesaria, se recibe a cambio la recompensa correspondiente.
- De donación (donation crowdfunding). El usuario realiza una donación para apoyar el proyecto, de manera solidaria, sin recibir ningún beneficio en retorno.
La figura de las plataformas de financiación participativa
Las plataformas de financiación participativa (PFP) son las sociedades que ponen en contacto, a través de su página web, a una pluralidad de inversores con los promotores de proyectos cuya financiación se realiza de forma participativa.
Para que los inversores tengan mayor garantía de control al utilizar estas plataformas, la ley establece que las plataformas de financiación participativa estén autorizadas por la Comisión Nacional del Mercado de Valores (CNMV). Para hacerlo, deben pasar un riguroso proceso de admisión y registro, que en la actualidad han superado 30 entidades; siendo Gedesclub la última y única autorizada hasta la fecha en 2020.
La recaudación acumulada a través de plataformas de financiación participativa superó 200 millones de euros en 2019
Existen plataformas no autorizadas que pueden gestionar, únicamente, proyectos propios. Estas realizan un crowdfunding directo, que se distingue del crowdfunding intermediado o indirecto que realizan las plataformas autorizadas (PFP). Por lo tanto, las plataformas no autorizadas actúan simultáneamente como plataforma y promotor de proyectos. Sin embargo, la propia CMNV las clasifica en su “Lista de otras entidades”, advirtiendo que no cuentan con ningún tipo de autorización y que los inversores que invierten en dichas plataformas no gozan de las medidas de protección que establece la LFFE.
Cómo funciona una plataforma de financiación participativa
Una plataforma de financiación participativa (PFP) ofrece un servicio de mediación comercial, regulado y supervisado.
El proceso se inicia con la recepción del dosier del proyecto por parte del promotor (descripción detallada, financiación necesaria, entrada en el capital o vía préstamo ordinario, tiempo de recaudación, recompensas, etc.), su análisis y valoración y, si procede, posterior publicación durante el tiempo que se considere oportuno para captar los fondos necesarios.
Una vez en la plataforma, el proyecto es promocionado por ambas partes (tanto la plataforma como el promotor). Finalizado el plazo de publicación previamente acordado, se cierra el proyecto, que se considera financiado o no dependiendo de si se ha conseguido recaudar el importe objetivo.
En caso de éxito, la PFP generalmente coordina un proceso de seguimiento y control del proyecto financiado, centrado en informar a los inversores sobre los pagos de devolución del préstamo (crowdlenders) o del estado de su inversión (crowdfunders).
El reto de gestionar los pagos de un crowdfunding
La gestión del flujo de pagos es primordial para el éxito de la plataforma. Como “intermediarias”, las PFP recuperan los fondos invertidos y los transfieren al promotor de cada proyecto. Ello se considera una prestación de «servicios de pago», actividad regulada y supervisada por la autoridad nacional competente. Sólo los proveedores de pago acreditados por el Regulador pueden ofrecer dicha prestación.
A fin de asegurar los servicios de pago que ofrecen a los promotores, inversores y donantes, las Plataformas tienen 2 alternativas:
- Solicitar a la autoridad competente una autorización bancaria para la prestación de «servicios de pago». Las condiciones para la concesión de una autorización bancaria son estrictas y exigen la aplicación y respeto de la regulación por parte de la plataforma.
- Recurrir a un proveedor de servicios de pago autorizado como Lemonway, que se encargará de proporcionar una infraestructura de pago dedicada, controlar el origen de los fondos y transferirlos a los beneficiarios respetando los requisitos reglamentarios.
La importancia de contar con un proveedor de servicios de pago (PSP)
En muchos casos, el inversor o donante no percibe que una tercera empresa está involucrada en el proceso de pago relacionado con la plataforma. La función del proveedor de servicios de pago no tiene por objeto ser visible para el cliente final, sino recibir los pagos y acompañar a la plataforma de crowdfunding en su actividad cotidiana. De esta manera, la PFP queda liberada de la compleja tarea de gestión del flujo de pagos, pudiendo concentrarse en su actividad principal. La presencia de un PSP garantiza una experiencia optimizada para el cliente, aumentando la tasa de conversión.
Por otro lado, cabe recordar que, además de gestionar y asegurar el flujo de pagos, el PSP apoya a las plataformas PFP con todas las obligaciones legales relativas a:
- La cuarta directiva europea para la prevención del blanqueo de capitales y la financiación del terrorismo (AML-CFT, según sus siglas en inglés), que exige que las plataformas que deseen gestionar sus pagos de forma autónoma dispongan de un registro de beneficiarios destinado a identificar a las personas físicas que controlan una empresa y se benefician de la actividad económica.
- Los procedimientos KYC y KYB, por sus siglas en inglés respectivamente: «Know Your Customer» y «Know Your Business», impuestos por todos los reguladores en la Unión Europea. Para protegerse del riesgo de fraude, estos complejos procedimientos obligan a las plataformas a recopilar y analizar la información necesaria para identificar y registrar a sus inversores, donantes y promotores en relación con la AML-CFT.
- Reglamento General de Protección de Datos (RGPD). Las PFP son responsables del procesamiento de datos recogidos en su plataforma. En consecuencia, están sujetas a respetar y cumplir el RGPD.
En un entorno normativo complejo, donde además los intentos de fraude son frecuentes, la gestión del flujo de pagos no es algo que se pueda improvisar. Un PSP competente asegura el cumplimiento de la PSD2, se encarga de la vigilancia relativa a lucha contra el blanqueamiento de capitales y la financiación del terrorismo y asegura el cumplimiento de los procesos de KYC y KYB.
Por qué crowdfunding
En solo unos años, lo que comenzó siendo un sencillo modelo de apoyo a pequeños propósitos culturales ha ido ganando protagonismo e incorporándose a todo tipo de sectores en el mundo entero. Siendo todavía una fórmula poco familiar para la mayoría, el crowdfunding interviene de manera relevante en la creación de actividad económica y sigue siendo la mejor herramienta para lanzar un producto o servicio al mercado.
Además, el crowdfunding tiene y tendrá un papel muy importante durante la crisis económica originada por la covid-19. Su capacidad operativa, rápida, digital y flexible, representa una alternativa fundamental para evitar la exclusión financiera que sufren ciertas pymes y autónomos durante este periodo de incertidumbre.
Por Juan G. Martín Escolar, Business Development Manager Spain & Portugal de Lemonway