A menudo, cuando hablamos de digitalización y de tecnología, nos quedamos con aquellos avances y dispositivos que, de alguna forma, podemos tocar con nuestras manos: un nuevo teléfono móvil, un portátil, unas gafas de realidad virtual… Con frecuencia se nos olvida, sin embargo, que ninguno de ellos funcionaría (o no con la misma eficiencia) de no existir toda una infraestructura invisible encargada de soportar la red o la información que los alimenta. El cloud (la ‘nube’) es una de esas piezas invisibles sin la que sería difícil imaginar el futuro digitalizado que tanto anhelamos.
Según los últimos datos publicados por el INE en su encuesta sobre uso TIC en empresas, un 28,1% de las compañías españolas con acceso a internet utilizaban en 2019 servicios en la nube. No obstante, como en la adopción de otras tecnologías, se detectan diferencias significativas según el tamaño de la organización. Si bien el 62,1% de las grandes empresas con acceso a internet compraron servicios en la nube, entre las empresas medianas solo lo hizo el 42% y entre las pequeñas, el 24,4%.
En este sentido, la evolución de la adopción de los servicios en la nube ha sido muy positiva en los últimos 6 años, con 13 puntos de diferencia con respecto a 2014 (15%), aunque, de acuerdo con los últimos datos de Eurostat, correspondientes a 2020, todavía nos queda un largo camino por recorrer. El nivel de implantación del cloud entre las empresas españolas sigue estando por debajo de la media europea (36%). Estamos al nivel de Francia pero por detrás de otros países de nuestra órbita, como Alemania y, especialmente, Italia, que, en el último año, ha pasado a ocupar el quinto puesto en Europa con un 59% de implantación (vs. 23% de 2018).
En cualquier caso, que el margen de maniobra sea amplio no tiene por qué ser necesariamente negativo si somos capaces de mirarlo desde la óptica de la oportunidad. Los acontecimientos del último año, la digitalización forzada a la que se han visto sometidas nuestra vida personal y profesional, suponen sin duda un aliciente para la implantación de nuevas soluciones tecnológicas que permitan a las empresas ahorrar recursos y optimizar sus procesos. El cloud, en particular, puede convertirse en un aliado clave de las pequeñas y medianas empresas que componen el grueso del tejido empresarial en nuestro país, algo que choca de frente con la creencia generalizada de que las tecnologías más punteras son solo para las grandes corporaciones.
Esto viene asociado a una característica innata de la nube: su flexibilidad. Para las pymes, la posibilidad de pagar solo por los servicios utilizados y de poder acceder a ellos desde cualquier lugar no solo resulta en una optimización de recursos y costes, sino que también las dota de mayor escalabilidad. Esto se une, además, a otras ventajas en materia de seguridad y confianza: al fin y al cabo, la nube es un entorno dinámico en continua actualización frente al carácter estático y autogestionado de las infraestructuras y servicios locales de una compañía.
De acuerdo con los datos actualizados de Eurostat, los usos más habituales del cloud en las empresas españolas son el alojamiento de servicios de email (80%), almacenamiento de archivos (77%) y de bases de datos (70%) y alojamiento de software para gestión de equipos y proyectos (61%). Este último uso es, de hecho, el que más ha crecido en el conjunto de la UE desde 2018, lo que demuestra cómo la cada vez mayor adopción de la nube en el entorno empresarial va dando paso a usos cada vez más sofisticados de esta tecnología. En materia de adopción, de hecho, hay que recordar que existen también diferencias por sectores de actividad. En las empresas europeas, siguen liderando el uso del cloud los servicios de información y comunicación, seguidos por la investigación, el real state y industrias como la energética o de gestión de residuos, pero llama la evolución de los últimos años en la venta al por menor, el transporte, la manufactura y la construcción.
El cloud, no solo para las empresas; también para la Administración
Además, tampoco debemos olvidarnos de que la adopción de la tecnología en la nube también ofrece grandes oportunidades a las Administraciones Públicas. Tal y como recoge el informe elaborado por Ontsi sobre las oportunidades y retos del cloud, “facilita el desarrollo y mantenimiento de políticas que requieren un soporte tecnológico intensivo, ayuda en la migración de servicios de elevado coste y hace viable la generalización de servicios transversales a toda la Administración”.
Los últimos datos registrados sobre el uso de la nube en las administraciones públicas en nuestro país son de 2012. Entonces, el uso de las soluciones cloud era pequeño, con solo un 33,4% de entidades usuarias de algún servicio en este formato, mientras más del 66% no lo había considerado.
Este es probablemente el principal reto de España frente a otros países europeos. Ya que otros territorios están adoptando políticas y estrategias específicas para promover la apuesta por el cloud por parte de sus administraciones públicas y empresas, el más reciente, nuestro vecino Portugal.
En este contexto, lo que ya es una realidad, es que el cloud ha pasado a ocupar un lugar cada vez más significativo en las agendas públicas. Centrados en la oportunidad, tanto la UE como España han puesto el foco en la nube como eje fundamental para un mercado único de datos y servicios competitivo. En este contexto, en el período 2021-2027, la Comisión Europea invertirá en un proyecto de gran impacto sobre los espacios de datos europeos y las infraestructuras federadas de computación en la nube. Se trata de la Federación Europea de Cloud, que forma parte de la reciente Estrategia Europea de Datos y cuyo lanzamiento está previsto para este primer trimestre del año. Con esta hoja de ruta, la Comisión aspira a impulsar y acelerar las sinergias entre el trabajo sobre la federación en la nube europea y las iniciativas de los Estados miembros, como Gaia-X.
Por su parte, España también tiene en sus planes acelerar la adopción de cloud. La Agenda España Digital 2025, publicada el pasado julio, recoge —entre sus cerca de 50 medidas para el impulso de la transformación digital en España— la actualización de las infraestructuras tecnológicas del sector público y la Estrategia Cloud de la Administración General del Estado así como la apuesta del Gobierno por los espacios compartidos del dato y el impulso de la participación de las infraestructuras cloud de la Administración General del Estado en iniciativas europeas, como las anteriormente mencionadas.
No en vano, hablar de cloud no solo significa referirse al espacio intangible en el que personas, empresas y administraciones almacenan los datos y contenidos de su actividad online. La nube es, también, una infraestructura que será necesaria para pleno despliegue del 5G, las ciudades conectadas, el IoT, el big data o la inteligencia artificial, y por tanto, a la vez, una de las palancas esenciales para la recuperación y transformación económica de España y Europa en los próximos años. Se trata de una plataforma transformadora que, en sí misma, contiene el potencial de impulsar y acelerar el acceso a la innovación.