La Comisión Europea presentó el pasado día 9 de diciembre su Estrategia de Movilidad Sostenible e Inteligente, una iniciativa que sienta las bases para que el sistema de transporte de la UE emprenda una doble transición, verde y digital, y sea más resiliente ante futuras crisis.
Uno de los pilares de la Estrategia de Movilidad de la Unión Europea es fomentar un sistema de transporte flexible y multimodal, en el que existan diferentes alternativas sostenibles capaces de dar respuesta a las nuevas necesidades y hábitos de movilidad de los ciudadanos (que se han hecho todavía más evidente a raíz de la COVID-19) y que sean accesibles para todos.
En este contexto, la Estrategia se hace eco de las nuevas formas de movilidad compartida y colaborativa basadas en la tecnología (sharing, ride-hailing y otras formas de micromovilidad) que, según las previsiones de la OCDE, supondrán alrededor de un 20% de la movilidad de pasajeros urbana a nivel global para 2050. Estos medios de transporte tienen un gran potencial, según la UE, para revertir el predominio del coche privado, reduciendo la contaminación acústica y medioambiental y liberando espacio público, de la mano de otras alternativas sostenibles como el transporte público o la movilidad activa.
Es por ello que la Comisión aboga por construir sobre todos estos modos de transporte el concepto de «movilidad como servicio» (MaaS), que integre tanto las formas tradicionales de transporte sostenible como las más innovadoras, fomentando las sinergias entre ellas. Para ello, señala, es necesario la implicación de todos los actores (operadores, actores públicos y privados, etc.) y garantizar la infraestructura adecuada.
Regulación
Si bien las nuevas formas de movilidad urbana basadas en la tecnología tienen el potencial de mejorar el sistema de movilidad general y reducir la propiedad de automóviles privados, en el plano regulatorio se enfrentan a un importante reto de fragmentación normativa.
La Estrategia de Movilidad de la Unión Europea hace referencia, en concreto, a los servicios de ride-hailing (tanto taxis como VTCs), incidiendo en el desafío de abordar la inseguridad jurídica a la que se ven sometidos, derivada de un entorno legal cambiante y diverso entre los Estados miembros de la UE. El documento reconoce también la existencia de normas que, aplicadas a estos sectores, en ocasiones pueden resultar “restrictivas y obsoletas”, ya que fueron diseñadas antes de la aparición de estos nuevos modelos de negocio y, por tanto, sin tener en cuenta sus características y su potencial beneficio.
Algo similar ocurre también con la micromovilidad (bicicletas, patinetes…). La Comisión pone de manifiesto que, compartidos o no, estos vehículos necesitan operar bajo un marco regulatorio armonizado que defina sus zonas de circulación, velocidad o elementos de seguridad, en favor de los usuarios y, también, de las empresas operadoras.
En definitiva, si bien los nuevos servicios de movilidad se han convertido en una realidad del día a día, actualmente no existe una legislación específica de la UE para los servicios o plataformas intermediarias relacionadas con taxis, patinetes o bicicletas. Como consecuencia, los gobiernos nacionales y las ciudades están respondiendo aplicando leyes ya existentes o, en algunos casos, creando nuevas reglas que restringen la aparición de estos nuevos servicios.
Es por ello que la Comisión hace un llamamiento a los Estados Miembros para abordar la inseguridad jurídica y tratar de armonizar el marco regulatorio alrededor de estas formas de movilidad.
Micromovilidad y seguridad
Por otro lado, la Comisión considera que, a la hora de planificar la movilidad urbana, se tenga por objetivo no solo que el transporte sea más limpio y sostenible, sino también más seguro.
En un contexto de ciudades densamente pobladas y muy congestionadas, los vehículos de tamaño reducido, como las motos, las bicis o los patinetes, contribuyen a liberar espacio público y disminuir el tráfico, reduciendo el uso del vehículo privado tradicional tal y como señala la Estrategia. No obstante, compartir un espacio limitado puede generar fricciones entre los usuarios de diferentes formas de modalidad, donde los más vulnerables de la vía (peatones, ciclistas y motociclistas) son los más perjudicados (están involucrados en el 70% de los accidentes fatales en ciudad).
Entre las medidas clave para abordar este reto, la Estrategia destaca también la inversión en infraestructura segura para favorecer los desplazamientos a pie y en bicicleta y reducir, así, el uso del automóvil y los límites de velocidad en determinadas áreas.
En resumen, gracias a esta nueva Estrategia de Movilidad, la Unión Europea tiene una oportunidad para transformar el sector del transporte, haciéndolo más sostenible y eficiente, apoyándose en la digitalización del transporte, la intermodalidad o la reducción de emisiones, con la mirada puesta en nuevas tecnologías y soluciones de movilidad que siguen surgiendo continuamente. En sus propias palabras, la digitalización, la automatización, el surgimiento de las plataformas compartidas y colaborativas que están desafiando el panorama actual y tradicional de la movilidad y el transporte serán clave para construir un sistema de transporte inteligente, ecológico y resistente.
No obstante, estos esfuerzos solo pueden tener éxito si existe un compromiso de todos los interesados, las instituciones europeas, los Estados miembros y sus autoridades en todos los niveles de gobierno, empresas y ciudadanos. Es por ello, que desde Smart Mobility coincidimos con la UE en la importancia de seguir trabajando en favor de la movilidad compartida y colaborativa, otorgando a estos modelos de negocio un marco jurídico lo más armonizado posible.
No obstante, reducir las emisiones no es la única tarea pendiente en el sector. También se hace necesario minimizar otras externalidades negativas derivadas de la movilidad, como la congestión, la contaminación acústica y la accidentalidad de cara a hacer de las ciudades espacios más sostenibles y habitables y mejorar el bienestar de la ciudadanía. Por ello, y también por su papel en la recuperación de la crisis provocada por la pandemia de la COVID-19, la Comisión Europea insiste en la necesidad de acelerar la transformación del transporte y de la movilidad.
Iniciativas como la Estrategia de movilidad sostenible e inteligente (Sustainable and Smart Mobility Strategy) buscan allanar este camino, impulsando un sistema de movilidad inteligente, sostenible y resiliente, y que se apoye en la digitalización, motor indispensable para la modernización de todo el sistema. Y, para hacer cumplir con estos objetivos, la estrategia va acompañada de un Plan de Acción de 82 iniciativas concretas en diez ámbitos de acción clave (flagships), que guiarán los trabajos de la Comisión en los próximos cuatro años.